UN CUENTO TEXTIL

Del libro que siempre les leo, hoy elegí otro cuento y su introducción

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El patchwork nació de la necesidad pero se ha convertido en un arte. Antes de inventarse los telares industriales, los tejidos eran artículos caros y muy valiosos. Por eso, en la mayoría de las casas, la tela, tanto la de las prendas como de los muebles, se arreglaba remendándola.

La técnica de coser retales, o patchwork, puede muy bien ser anterior a la de tejer. Las mujeres inuits –o esquimales remiendan las pieles con pequeños trozos de piel, y los hombres y mujeres de la edad de piedra seguramente debieron de hacer lo mismo. 

También se tienen pruebas de que el patchwork fue utilizado por antiguas civilizaciones como la egipcia y la asiria. En el Antiguo Testamento, la célebre túnica multicolor de José quizá estuviera hecha con patchwork. La Palestina histórica, tierra santa de los judíos, cristianos y musulmanes, tiene una larga historia en este tipo de labores. En la edad media, cuando volvieron los cruzados, trajeron a Europa esta técnica, donde arraigó tanto que con ella se hacían vestidos, tapices, cabezales, y decoraciones para las iglesias.

El quilting es una especie de acolchado en el que se cosen dos capas de tela poniendo entre ellas otra tela de algún tejido esponjoso, como algodón o lana; es también una técnica utilizada desde la antigüedad en  muchas partes del mundo, sobre todo en China, India, y el Oriente Próximo. Con ella se hacían las casacas que se llevaban debajo de la armadura, y que a veces incluso la sustituían. En la Europa del siglo XIV se hicieron colchas con esta técnica que podrían ser consideradas obras de arte, pero la culminación de esta técnica como expresión artística se alcanzó en el siglo XIX en América del Norte. Allí, la colcha, o quilt, se trabajaba en grupo y normalmente se les regalaba a los recién casados. Esta labor en equipo es  un buen ejemplo de ayuda mutua que fue crucial para la supervivencia de los primeros colonos.

En las diferentes regiones se desarrollaron diseños propios y característicos, que a menudo son un reflejo de los orígenes étnicos de sus autores. La cabaña de troncos fue una representación muy popular: con tiras de tela cosidas se formaba un cuadrado, que se decía que representaba la tierra y la casa. De todas maneras, la historia no se explicaba únicamente a través de los diseños. La misma selección de telas y el proceso de creación de estas colchas son el testimonio de la vida de la persona que las ha hecho, cuya historia queda escrita en la tela y pasa de una generación a la otra.

“Tardé más de veinte años, calculo que casi veinticinco, todas las noches, después de cenar, cuando los niños ya estaban acostados. Toda mi vida está en esa colcha. A veces me da miedo mirarla. Todas las alegrías y todas las penas que he tenido están hilvanadas en estos pequeños retales… A veces tiemblo al recordar todo lo que esa colcha sabe de mí”, Marguerite Ickis, America’s Quilts and Coverlets.

EL ABRIGO DE PATCHWORK 

The Patchwork Coat

(Cuento Judío)

Una vez había un hombre que se llamaba Khaim Yankl. Era tan pobre, que cuando hacía mal tiempo, el viento silbaba por las rendijas de las paredes de su casa y le dejaba helado. Era tan pobre que cuando los dioses enviaban lluvia sobre esta tierra, las gotas de agua se colaban por las goteras del tejado y formaban grandes charcos en el suelo de su casa. Era tan pobre que no tenía ni un triste mendrugo de pan para alimentar a su mujer y a sus seis hijos. Todos tenían mucha hambre y mucho frío.

Al final Khaim Yankl pensó: “Esto no es vida. Ha llegado el momento en que salga a pedir limosna”.

Y así fue como se despidió de su familia y se fue de su casa con su violín bajo el brazo...

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